domingo, 16 de noviembre de 2008

Anfitrión de la oscuridad - El Renacer



Habían pasado semanas enteras desde el fatídico suceso y mi mente aún era incapaz de asimilar con coherencia todo lo ocurrido, recuerdos de mi pasado luchaban por aflorar en mi cabeza en un intento por aferrarme a la cordura a la vez que unos nuevos pensamientos teñidos por el deseo de sangre se agolpaban despertando sensaciones en mi interior que desconocía hasta ahora. Mi deambular por las tierras buscando no se muy bien el qué, rehuyendo cualquier tipo de compañía y asqueado por tener que soportar a cada paso la tormenta que se debatía en mi cabeza me llevaron a lugares que en cierta manera me despertaban una certeza de conocer de algún modo, si sólo fuera capaz de recordar mi nombre sin sentir agudos dolores de cabeza...

Me encontré en el ocaso de un día lluvioso en las malditas tierras de la peste, un lugar antaño tétrico y que ahora me resultaba más acogedor por alguna extraña razón. Hacía días que no me había echado nada en la boca y empezaba a envargarme una debilidad en todo el cuerpo, intensificado por todo el malestar que ya venía acompañándome. No recuerdo el momento exacto en el que trastabillé y caí de rodillas al blando y apestoso suelo mientras las gotas de lluvia chorreaban por el pelo mojado que se me pegaba a la cara, sólo sé que ese momento de descanso fue lo más parecido a un momento de paz que pude disfrutar en mucho tiempo, el sonido de la lluvia cayendo plácidamente, mi rostro húmedo y la quietud de todo lo que me rodeaba... que fue roto por el repentino chapoteo de unas pisadas cercanas que terminaban en un crujir extraño similar al de romper hielo con los dedos. Una voz profunda y apagada por lo que seguramente sería un yelmo que le cubriera el rostro comenzó a hablar:

-Debo admitir que me ha costado mi tiempo encontrar a la última de mis captaciones, si no fuera porque en el momento que sois tocados por la fiebre gélida os puedo rastrear, seguramente aún estaría tras tu pista. De todos modos, tu propia y nueva esencia ha sabido conducirte cerca de lo que será tu nueva morada, Acherus. Levántate Caballero, asume tu nuevo destino y preparate a olvidar todo aquello que no sea servir a tu nuevo señor, el Rey Exánime.

Sus palabras resonaban más en mi mente que en mis oídos, era como si grabaran a fuego cada letra que emitía en mi cerebro, siendo incapaz de desoírlas y despertando una sensación de certeza convenciéndome que era la mejor decisión a tomar. Un gran mareo se adueñó de mí cuando sentí que una especie de presencia buscaba en mi cabeza, como una garra afilada de un depredador que desgarra toda piel y nervios en busca de la preciada carne que se enconnde tras ellas, no pude resistirme ante este asalto y me sentí tan indefenso como un niño, expuestos mis pensamientos sin opción a esconder ninguno de mis temores.

-Interesante... tal vez puedas hacer algo antes de presentarte ante tu señor.... aún cabe la posibilidad que seas capaz de captar más "voluntarios" a nuestra causa aprovechando tu exilio y la falta de información de los que te rodeaban. Ahora, mírame a los ojos y lee lo que debes de hacer para mí y nuestro señor, fíjate bien y piensa en lo que llegarás a poder controlar cuando aprendas a usar el don que se te ha otorgado.

Noté el frío y mojado metal de sus guanteletes agarrándome la cara y forzándome a mirarle directamente a sus ojos... aquellos gélidos y carentes de vida ojos azules, un gran pinchazo en mi interior similar al de la noche del cambio me hizó agarrarme a los antebrazos de aquel que se erguía frente a mí para intentar zafarme, pero era inútil, de nuevo esa presencia entró en mi cabeza y un sinfín de palabras, imágenes y recuerdos aparecieron de repente sin orden ni concierto, una gran presión se adueñó de mí a la vez que el dolor aumentaba, estaba seguro que iba a morir ahí mismo, en el suelo de esa miserable tierra escuchando de fondo esa risa malvada que disfrutaba con mi agonía, no podía más, no iba a resistir más....

...Desperté totalmente exhausto y con un mareo impresionante, abrir los ojos fue toda una odisea que terminó en un largo vomito que consiguió aliviar en parte mi malestar pero no mi confusión. Me sentía como si hubiera estado todo el tiempo corriendo o peleando en vez de durmiendo, cosa que me hizo pensar cuánto había estado insconciente, dónde estaba el extraño cuyas palabras aún resonaban en mi mente y sobre todo, dónde me encontraba yo. Sujetándome la cabeza otee a mi alrededor para buscar algo familiar y pude contemplar a lo lejos las murallas de Lordaeron, Entrañas, había recorrido una distancia de cientos de pies sin ser consciente de ello... y... recuerdos de sueños extraños me invadieron de golpe. Recuerdos de las cloacas de la ciudad, imágenes confusas de un ser ataviado de una oscura armadura, de una dama postrada en el suelo, palabras y promesas en la oscuridad invitando a despertar en un nuevo sueño... o una nueva pesadilla.

No tenía ni idea de qué había sucedido todo este tiempo pero un creciente sentimiento de culpabilidad me atenazaba el corazón, intentando hacerme saber que había hecho algo y que alguien había sufrido por ello, antes que pudiera reordenar mis ideas un nuevo asalto mental se apoderó de mí y una frase se formó en mi cabeza como si estuvieran escritan con fuego "Ya es el momento de venir con nosotros... tu señor espera". Otro fuerte mareo y de nuevo la oscuridad se cernió sobre mí...

-Levanta ahora mismo, no consiento la debilidad en mi presencia y tampoco gusto de esperar cuando cosas más apremiantes esperan.

Como empujado como un resorte mi conciencia volvió a pertenecerme, como despertando de un sueño. Me encontraba en una especie de balcón adornado con motivos tétricos, flanqueado por unas criaturas que tenían cierta semejanza con grifos, pero carentes de toda carne y ojos brillantes y azules... los mismos ojos que ahora se me clavaban en los míos, adivinando mis pensamientos y despertando un temor tan grande como un deseo de obedecer sin duda alguna, las palabras afloraron de mi boca sin ser capaz de controlarlas y con un tono sepulcral que me produjo un escalofrío hasta a mi mismo:

-Mi... señor... Arthas... Sergestus se presenta ante vos... para rendiros obediencia..... Sergestus, ese nombre me resultaba tan familiar y a la vez tan ajeno.

-Ya no te llamarás Sergestus, El guardíán de la luz, ese fue el nombre de una criatura débil. Desde hoy te conocerán como Sergerus, El Guardían de la oscuridad, ¿no te resulta irónico servir a lo que en tu otra vida prometiste enfrentarte?- Una carcajada salió de su yelmo que asustó hasta aquellas criaturas voladoras-. Ahora ve y cumple con mis designios, no me defraudes pues no tengo paciencia con los que fracasan.

Me instaron a alejarme de aquel que iba a ser mi nuevo señor, me indicaron cuales serían mis aposentos, mis deberes y comenzaron con la instrucción para convertirme en un asesino sin escrúpulos, una criatura desprovista de recuerdos y sentimientos y cuya finalidad era extender el mal... pero seguía teniendo ese sentimiento de culpabilidad que me posibilitaba aferrarme a un mínimo de humanidad... una fugaz imagen de la dama de mi extraño sueño cruzó mi mente, quién era y por qué sufría tanto... y un nombre apareció en mis labios sin saber muy bien su procedencia... Lith...Varenna...

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