miércoles, 24 de diciembre de 2008

Esclavo del destino


Es complicado describir encontrarse en una situación tan peculiar, tener casi la completa certeza de ser traicionado pronto y abandonado a tu suerte y a la vez no ser capaz de apartarse de tal fatal destino, la cadena que nos obligaba a seguir las órdenes de nuestro despiadado señor nos apretaba firmemente y sólo nos permitía movernos por donde él quisiera, busqué el triste consuelo de saber que alguien iba a estar a mi lado cuando eso ocurriera... algo que volvió a sobrecogerme sin razón aparente, aún no sabía bien el motivo por el cual al pensar en el final trágico de Lith Varenna una especie de garra me apretaba las entrañas, como un punzón al rojo vivo que se clavaba en mi esencia, haciendo gritar mi alma con el deseo de evitarlo.

El trote era ligero, en parte estábamos ansiosos por descubrir que nos depararía esta última misión que Lord Mograine nos había ordenado, el motivo del que ni siquiera nos recibió ebrio, ni la razón de no mirarnos a la cara cuando nos entregó el pergamino con las instrucciones a seguir, definitivamente esto olía muy mal y no pude evitar fustigar de nuevo a mi corcel inconscientemente para acelerar la marcha. La gélida pero a la vez llena de cadencia voz de mi acompañante me despertó de mi ensimismamiento.

-Sir Sergerus, os noto muy tenso esta mañana, si no fuera porque estamos muertos pensaría que el temor os impulsa de este modo, ¿hay algo que os perturbe en especial? -Aún intentando mostrarse indiferente no podía ocultar cierto tono de nerviosismo, también se sentía recelosa por todo esto.

-Uhmmm... -Me mostré algo reticente a contestar durante unos momentos, no me gustaba demasiado mostrar debilidad ante ella-, no os voy a mentir, soy consciente que esta empresa seguramente sea la última que emprendamos y no sé si es valor lo que nos falta o un exceso de esperanza que nos impide a nuestras monturas cambiar el rumbo y tomar una nuev... -un pinchazo en mi pecho me hizo recordar el precio que debería pagar si me negaba a las palabras de mi señor, detuve mi oscuro corcel en seco intentando recuperar el aliento-.

-¡Sir Sergerus!, detened vuestras insinuaciones llenas de deseos de sedición, vamos respirad poco a poco, intentad dirigir vuestros pensamientos a algo más constructivo... -Tras unos segundos de vacilación decidió tener un voto de confianza y con apenas un hilo de voz declaró- [Thalassiano]... aunque comparto vuestros recelos... no es el momento.

Recuperé algo de mi entereza tras inspirar y exhalar profundamente varias veces y relajar la tensión que se había acumulado en cada fibra de mi ser, acto seguido, asentí con la cabeza en señal de querer continuar y proseguimos nuestra marcha... nuestro Señor disfrutaba permitiéndonos pensando acerca de sus oscuras intenciones pero nos castigaba si intentábamos compartirlo con alguien más... era más sencillo controlar la voluntad de alguien con la creencia de estar a solas con su mal sin poder contar con nadie más.

Calculé que sería mediodía, las nubes ocultaban todo rastro del Sol, cuando llegamos a nuestro punto de reunión en el improvisado campamento, que no eran más que unas pocas tiendas raídas y sucias que apenas cubrían al resto de pobres desgraciados como nosotros, cuyas miradas perdidas llenas de pensamientos mezclados entre rabia y frustración daban a entender que también esperaban con nerviosismo que se diera la orden de avanzar. Encabezando la compañía, un prepotente oficial que seguramente habría sido recién ascendido y engañado con promesas de gloria voceaba increpando a todo aquel que se cruzara en su avance sobre lo prescindibles que eramos todos nosotros y que deberíamos agradecerle que siguiera sacrificándose por dar la cara por nosotros. Lith y yo, con pocas ganas de más estupideces, nos situamos en una parte algo apartada para no llamar la atención, ambos callados y pensativos, cruzando significativas miradas cada ciclo de respiración casi pero con miedo de romper el silencio y desencadenar antes de hora el torrente de acontecimientos. De todos modos no tardó en producirse dicho momento, el soberbio oficial lanzó el oscuro estandarte de nuestro escuadrón a su ayudante más cercano y empezó a ordenar crear una formación.

-¡Vamos parásitos indeseables!, ¡levantad vuestro miserable culo del suelo y coged vuestras armas, la gloria para nuestro señor Arthas y por ende, nosotros, nos espera!, ¡Lucharemos y moriremos si hace falta pero nadie retrocederá y vacilará de lo contrario se os tratará como los despojos que sois! y ahora... ¡Adelante escoria, tras mi marcha y en silencio!.

La silenciosa comitiva emprendió la marcha, no éramos más que unos pocos cientos contra lo que seguro iba a ser toda una legión de humanos y otros seres fanáticos y deseosos de defender su fe. En una mirada rápida me pareció ver una figura que cabalgaba a lo lejos de uno de nuestros flancos, imaginaciones producidas por la tensión de la inminente batalla supongo. Tras llegar al punto más alto de la elevación natural que nos impedía ver las fuerzas enemigas pudimos contemplar con mudo asombro el desesperante espectáculo que se presentaba ante nosotros, cientos, tal vez miles, de efectivos enemigos que avisados por nuestros movimientos nos aguardaban con sus armas listas, y que cuyos gritos se perdían entre incontables sonidos de trompetas y cuernos de batalla. Un repentino apretón en mi antebrazo me dió a entender que mi compañera se había dejado llevar por el nerviosismo, pues al darse cuenta que inconscientemente había buscado el refugio de mi brazo apartó su mano de golpe y recuperó su semblante serio como de costumbre. En cierto modos yo también deseaba encontrar la forma de buscar valor de algún modo.

-Dama Lith Varenna, sea cual sea el fin que nos aguarda en esta batalla me gustaría que tuvierais presente que...


-No veo que sea él momento ni el lugar para sensiblerías Sir Sergerus
-Afirmó tajante, con un tono de voz lleno de aparente orgullo-

-... que ha sido un honor luchar a vuestro lado, espero que si caeis sea con una gran cantidad de enemigos abatidos a vuestra espalda. -Apresuré a decir, evitando que la duda asaltara ninguno de nuestros pensamientos-

-Ehhhm... sí, para mí... también -agachó la cabeza como carcomida por algún tipo de recuerdo doloroso-... habrá sido todo un placer compartir momentos tan placenteros con vos.

Ambos nos quedamos en silencio tras esas palabras, con una extraña sensación en mi interior ante la duda si hubieramos querido decir alguna otra cosa en vez de ello, algo que tal vez no volvíeramos a tener oportunidad de tratar.

-¡Atacaaaaaaaaaaaaaaaad!, ¡Por el Rey Exánime y sus oscuras legiones, demostrad a esas ratas cobardes que por muchos que sean caerán igualmente! -El desgarrador grito de asalto del oficial interrumpió nuestras cavilaciones, el combate había empezado y no podíamos rezagarnos bajo riesgo de ser ejecutados in situ.

Un griterío enorme inundó la atmósfera del campo de batalla, en apenas un parpadeo la rídicula formación constituida por nosotros se adentró entre las filas enemigas pensando con ingenuidad que podríamos derrotarlos, como si un mosquito quisiera desangrar a una gran bestia. Todo hay que decirlo, al principio del asalto y por los diferentes escudos antimagia que se crearon que repelían los hechizos de nuestros oponentes parecía como si de verdad durante un momento pudiéramos tener una mínima oportunidad de contenerlos al menos... que desapareció al instante siguiente al caer dichas defensas dejándonos al descubierto ante sus ataques. Los rayos y bolas mágicas impactaban en los nuestros haciendo saltar por los aires pedazos enteros de cuerpos, provocando que figuras gritando de dolor salieran corriendo y ardiendo con llamas de diferentes colores, cuerpos ensartados por las picas de las primeras filas... una maldita carnicería.

De un modo fugaz e instintivo agarré a LithVarenna y con un gran esfuerzo la lancé a mi lado justo a tiempo para evitar que un enorme torrente de energía blanca la alcanzara, pero abrasando a todo lo que se encontró a su paso, ésta me miró invadida por la furia y herida en el orgullo por haber sido yo quien la salvara y con un gesto le indiqué que nos apartáramos del punto principal de ataque y nos desviáramos a uno de sus flancos para infligir el mayor daño posible y romper su formación defensiva, Lith escupió al suelo dejando una mancha rojiza por la sangre de alguna herida en su boca, me apartó la mano cuando se la ofrecí para incorporarse furiosa por haber bajado la guardia, en cambio se apoyó en mi hombro para recuperar el equilibrio y nos dirigimos a la parte lateral del combate ansiosos por probar la sangre enemiga.

Varios cruzados nos advirtieron las intenciones y abandonando sus posiciones se desplazaron hacia nosotros para bloquear nuestro paso... era el momento para entrar de una vez en acción y no la desaproveché, clavé en el suelo una de mis hojas y extendiendo mi mano hacia ellos sentí de nuevo el poder de la muerte recorrer mis venas, lanzando un chorro de energía que los envolvió de modo violento, convirtiéndoles en estatuas congeladas vivientes, LithVarenna se había lanzado rabiosa hacia un grupo cercano que se había movido también para asistir a sus compañeros, viéndose acorralada y en vez de retroceder dispuso sus puños cerradods enfrente de su pecho en actitud amenazante y tras proferir un corto cántico impregnado de odio abrió sus manos que empezaron a refulgir con un tono rojizo y desprendían un torrente de energía del mismo color hacia el suelo rodeándola a ella y alcanzando a sus atacantes en una especie de niebla. Al instante los efectos hicieron acto de presencia y con cierta repugnancia empecé a contemplar como sus pieles y carnes perdían solidez y se tornaban negras desprendiéndose de sus huesos entre desgarradores gritos de dolor y agonía, dejando al final un pobre montón de restos incapaces de adivinar qué fueron antes de morir.

Otro grupo de enemigos se lanzaron contra nosotros con frenesí para vengar a sus compañeros, los tres primeros cayeron en medio de una lluvia combinada de la gran hoja de LithVarenna y mis espadas, quedando un amasijo de extremidades y vísceras dispersas por el suelo, aún así, no conseguimos detener la embestida y la punta de una lanza se clavó en mi pecho desgarrándome muy cerca del pulmón y rompiéndome varios huesos del hombro y haciendo sentirme obligado a retroceder ante la nueva oleada que llegaba tras estos. Lith viendo mi delicada situación saltó en medio de ambos y con un gran arco realizado con su espada decapitó a dos que se dejaron llevar por el entusiasmo de ver caer a un caballero de la muerte, un tercero acuchilló a Lithvarenna por la espalda en lado de su diestra, haciendo que le fuera imposible empuñar su arma con comodidad. En un esfuerzo por evitar que la ensartaran entre varias lanzas y espadas que se adelantaron con ímpetu, exhalé un potente aliento gélido que me envolvió y creando una película de resistente hielo sobre mí, me lancé para detener los diferentes ataques realizados sobre Lith, ya sin temer por lo que me pudiera pasar.

Era realmente asombroso, los filos y puntas de sus armas resbalaban sobre mí y erraban su objetivo, la carne de mi cuerpo bajo esa fina pero resistente capa de hielo, con la mano que aún podía usar para luchar empecé a lanzar tajos a diestro y siniestro, realizando terribles heridas que debido al mágico efecto de las runas en mis hojas, producían dolorosas e infecciosas incisiones que provocaban que quienes las recibieran soltaran sus armas en pos de buscar la forma de aliviarlas. Pero seguían siendo demasiados y mi barrera al final acabió cayendo, dejando mi cuerpo de nuevo indefenso ante sus contínuos asaltos, los cuales sentía como incontables mordiscos y que provocaron que al final cayera rendido de espaldas contra la fría roca, cerca de LithVarenna, la cual aún resistía con débiles e ineficaces cortes con su pesada espada... nuestro destino estaba sellado y los diferentes ojos ansiosos de rematar el trabajo se aproximaban hacia nosotros con las armas en alto, regocijándose a cada paso de nuestra debilidad e imposibilidad de defendernos.

-Ma...ldigo al tra..idor .... brrrrruuaaghj -vomité una gran cantidad de sangre-... de Arthas... que nos abandona a nuestra suerte como perro...s abandonados.

-Nuestr... atjó ató -LithVarenna tosía de modo violento escupiendo también sangre por su boca- o último... aliento será para escup....ir en tu nombre bastardo....

-¡DETENED ESTA LOCURA, YA BASTA!, ¡DEJAD DE LUCHAR CONTRA QUIENES NO SON VUESTROS ENEMIGOS REALES!- Una voz potente pero gélida como surgida de las profundidades resonó por encima de todo el griterió del campo de batalla... antes que mis ojos se cerraran y mi mente se abandonara al olvido alargué mi brazo herido para saber el estado de Lith y su cuerpo inmóvil me hizo desfallecer sumido en una gran tristeza y frustración...

-Lith....Lithkariel....

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